martes, 21 de agosto de 2007
LABERINTOXIS
Es así el paisaje: por ahí una feroz embestida de registros desgarrados y de pronto... la bonanza de la nada
Acorralada en algún rincón oscuro del circuito arquetípico. Amordazada. Sesgadas las palabras. Inmóvil. Perpleja. Imbécil. Paralizada la mano, sujetas las sandalias, la voluntad crispada. Sumergida en la indolencia de los calendarios. Por motivos patafísicos (la interrogación paradojal por la finalidad de los intentos). Si el entusiasmo dura lo que un soplo... Tal como la vida de un hombre. Ya probé que la embriaguez es un engaño estéril y harapiento. Resuelvo consecuentemente autoconfiscarme, conteniendo la necesidad de agresión. Y todo en la ruta de las sinonimias, como un juego letal para los nervios.
Ariadna en busca del hilo: esa es la primera y banal opción de la platea. No. Error, apresurados saltamontes. Soy minotauro derrotado, humillado, envejecido.
Pulverización de un sueño brevísimo. Afuera y lejana, toda la luz y la alegría.
Ay, mi corazón...
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4 comentarios:
Ariadna es la que prevalece, independientemente del público y del minotauro y de ella misma. Los únicos que transforman la sustancia son los dioses. Mientras tanto entre tanta luz y alegría, Ícaro está cayendo en picada
¡cuánto que tarda Dionisos!
un piquete pergeñado por Hades, tal vez (con la complicidad de Deméter)
Debe ser difícil manejar en la ruta de las sinonimias.
Bueh... mientras no maneje Dionisos
El informativo sobre el estado de las rutas, hace un ratito lo daban Dédalo e Ícaro. Ahora se les cortó la comunicación
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