viernes, 24 de agosto de 2007


MEMORIA DE BAUDELAIRE
Intensidad.
Cantar de los cantares.
Y siempre las idénticas preguntas.
Teleología que no descansa,
que repite ritos y crece en expansión,
fustigando tus venas con un sello indeleble.
¿Para qué hurgar en los residuos?
Nada podrás cambiar.
Y tampoco matarás la fe,
esa ilusión que te ata a los imposibles,
al servicio de una reincidencia prometeica.
Todo está previsto en Su omnisciencia,
inclusive los arranques de ternura,
terrorismo ingenuo que no cesa.
Alzarás la voz y portarás la antorcha,
asumirás el relevo y el eclipse,
pero la puesta en escena será
una procesión caracolada
al compás de polonesas tristes
y odas al vino.
Lamentos fatuos.
Aspiración vertical,
vocación de hastío.
La gracia de sentirte desdichado
y esperar que te rescate
un corazón que se conmueva de tu suerte.
Aunque no lo sepa,
aunque ignore que su destino es el mismo.
Pasión poética.
Ansias mortuorias,
liberación.
La marca del Edén en los afanes.
Intensidad.

5 comentarios:

Asterion dijo...

Flores del fatalismo

GISOFANIA dijo...

jeje.
tal cual.

LORD MARIANVS dijo...

Me gustó lo de "terrorismo ingenuo que no cesa" Me hace recordar a dos avioncitos de papel chocando contra una heladera. (Cuak)

GISOFANIA dijo...

jajajajaja. ¡muy buena imagen!

Alicia dijo...

Hermoso...
Bau- del- aire