martes, 25 de septiembre de 2007

BÁQUICOS Y APOLÍNEOS

De súbito, sin previo aviso,
se eclipsó la luna,
se desbarrancó el fuerte,
se hundió la isla,
vomitó su lava el volcán dormido.
Contra todo pronóstico, arrebatadamente,
se paralizó el sistema,
estalló el artefacto explosivo,
se evaporó la fuente,
se atoraron los mecanismos de control.
En un descuido, con agilidad,
perdí el rumbo,
cometí el pecado y lo supe,
me quedé sin oxígeno,
permutaron mis células.


Más allá de las muecas,
en plena representación de esta comedia,
heridas internas me delatan.
No se trata de sangre;
se trata de fascinación y escepticismo.
Y algo de pá ni co.


(Sí, sí: ya volví al bosque,
abracé la belleza
y perdí todo lo demás)


El tiovivo sigue con sus vueltas,
yo insisto.
Aunque jamás, nunca tal vez,
alcanzaré sortija alguna.


Cuando te veo y me deleito,
cuando acudo a la cita y no estás
así me siento.
Emoción abismal,
fatiga del lenguaje.
Receptáculo de todas las afirmaciones,
la meta de mis contradicciones,
tú.
Por dios!
Que alguien me diga sí,
para que finalmente sea capaz de decirte no.
Pero tu boca esquiva no emite la pregunta,
entonces…


[No. No pienses nada.
No contribuyas a esta enfermedad.
Contame tu chiste más naif,
yo pondré las carcajadas
y el cometido resultará airoso.
Después, como lo hacés siempre,
volverás a tu soledad amurallada]

2 comentarios:

Gabito Esmiápodo dijo...

Tiovivo suena gracioso.

GISOFANIA dijo...

ajá. tenés razón (de paso descomprime un poco el discurso, aunque en la realidad provoque revoltijos estomacalas)