miércoles, 17 de octubre de 2007

CALEIDOSCÓPICO

En los parajes de lo insólito no hay series evolutivas. En sus bocacalles se cruzan altares de expiación, cánticos triunfales, fixture consuetudinario, sarmientos ansiosos de mejor uva, tarjetas de incomunicación recargables. Variaciones policromáticas señaladas por el lector más atento, contrapuntos rococó, cinematografía delirante.
Pero las colaciones -verbigracia- son una instancia sagrada. O sea: desorbitaciones. Festival de naderías. Púlpito para los inconstantes.
Alguien postea un viejo amor sobre el mármol del absurdo, otros organizan la mascarada vampírica, hay quien construye su malecón contra las tiranías escépticas.

Sobre un mandala de terciopelo las runas hacen rondas frenéticas, pero la verdad no interesa, es esquiva. Pitonisas clones de Circe.
Una colosal marmita mezcla ese infinito de posibilidades. Bullicio druida. Food show.
Aquelarre, tedeum, sepulcros blanqueados. Tacos calendarios aleatorios.
La candidez juega a la mancha venenosa con la obediencia debida (insatisfacciones ofician de árbitro). Ningún mono sapiens logra resolver la ecuación diofántica. Los trabajos y los días, las sanguijuelas y el pan. 1000 y un pecados capitales. Trashumancias con exceso de adjetivos. Greguería de la vida misma.

3 comentarios:

Asterion dijo...

¿La Biblia y el calefón? Uno contiene multitudes, pero no las gobierna.

Anónimo dijo...

Cuando en la heladería me pesan el helado delante mío miro para otro lado para que el heladero sienta que le tengo confianza. Cuando alguien pone un password delante mío miro para otro lado para que la persona pueda escribir tranquila sin pensar si confía o no en mí. Lo que quiero decir es que entre el helado y la seguridad hay una unión muy fuerte, tan pero tan fuerte que sí o sí necesito apartar la vista...

GISOFANIA dijo...

Asterion: sí, un revoltijo de carne con madera (cómo me gusta esa metáfora)

Rev: sos tan, tan adorable...