En la inmensidad del silencio
asumo el hábito.
Te invoco.
Y es como
dialogar con las sombras
interpelar al humo
navegar en el vacío
hacer un pacto de sangre-con el eco.
Te invoco.
Ahogados ladridos de perros en la cuadra.
Residuos carbónicos
de viejas hogueras ardientes.
La espesura de tu hastío
se tragó hasta la mínima huella de luz.
Te invoco.
Esta ausencia de vos
es un iceberg
en el que encalla mi agónica esperanza.
Naufragio sin postales.
Ariadna atrapada en su propio laberinto.
Te invoco.
Arias de la desilusión.
Himno al abandono.
Salmo perplejo.
Soledad recitativa.
Implorote, dominus.
Te invoco.
Inútilmente.
El espanto de la nada
me responde.
Temido imprevisto retorno.
Martirio y extravío.
Cuánto tarda en llegar
el olvido
5 comentarios:
el recuerdo, ese síntoma del olvido.
lo que escribió es poesía, vea
gracias por estar ahí. se siente cálido.
Esto es precioso.
Agrandaría el iceberg que nombra quien no viva o reviva estas palabras al leerlas.
Eso, es hermoso. Y adhiero a lo que dijo Cip (aunque no estoy en posición de ejercer yo tal juicio), porque yo siempre creo que ese es el fin: movilizar.
Un gusto que usted me haya traido hasta aqui. Gracias por su comentario tan tan cálido.
Nos leemos.
"no basta ser valiente
Para aprender el arte del olvido"
Aquel recitado suyo en aquel bar de Esperanza, me ha revivido este poema triste, pero más hermoso.
Un abrazote mi querida amiga.
Si es triste, pero es real. Si sabre de noches convocando fantasmas y de otras echandolos a escobazos. Fantasmas esquivos, inasibles, mas leves que el ultimo suspiro, inalcanzables mientras parece que una esta anclada a la tierra.
Un abrazo, y un beso de Miss Lizzie, la blanquita.
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