viernes, 17 de agosto de 2007

ASCENSIONES KÁRMICAS (la miseria es una verdadera mierda)

Si -como reza el salmo- nuestros días están contados (la suma es sencilla hasta para un niño) , y la mayor parte del tiempo que pasa es como un soplo vano ergo quienes alcanzan primero la meta de la mortalidad son los más sabios, los mejores. Lo supe esta mañana, cuando su figura menuda y tiritante me arrebató con desafío el encanto de un cielo de esos que tanto me fascinan: plomizo, melancólico y opaco. ¿Cómo hacen ellos para saber de antemano, a su pesar? Onomatopeyas del desencanto, alegatos inapelables del Popol Vuh y la Torah, nuestra casta sacerdotal no reconocida. Solamente hay que mirarlos a los ojos, conteniendo la vergüenza de la propia ignorancia, y entregarse al espanto de las supremas decisiones de la providencia. Cae de maduro que el resto es desecho. Como afirma el rumano, no hay seres más duros que aquellos que definimos vulnerables. Hay que dar el salto o tenderse sin resistencia a las espirales cíclicas (de lo contrario, acabarás como un judío errante). Hay que aprender el arte de los insomnes, el éxtasis delirante de quienes están despiertos. Hay que admirar la gracia de los condenados, estoicos templarios al aguardo del cumplimiento de la única sentencia que no necesita justificación. Hay que alabar en medio de la hoguera ardiendo, dar los últimos estertores bendiciendo en el patíbulo, enfrentar a las bestias como los caballeros de armadura refulgente (tiernamente, con desprecio y conmiseración). ¿Para qué buscar? Precisamente, porque se ha hallado (se ha llegado). En el momento en que descifras la escritura divina hay que callar. Hay que.

Si te atraen las metáforas, esos espectros de Lorca, apunta: la respuesta es un puñal que te traiciona por la espalda, una copa de láudano que intoxica las venas de tus sueños de gloria, una cuerda que tensiona las fibras de cualquier cinismo, la ola que te hunde en el río caudaloso del egotismo cretino, una bala que señala el derrotero de tus programas de rehabilitación, un viento piadoso que empuja cada acto al abismo de la culpa que debe ser redimida por lo Alto. Serenidad, serenidad. Sucedáneos del café, la nicotina y la ansiedad urbana. In excelsis deo.

[Quizás se deba a esta indolencia que no puedo combatir, pero yo prefiero pensar -y hacerlo sin descanso- que no soy digna de la resolución del enigma. Son mañas de la esfinge: le dejo el trabajo a Edipo.]

4 comentarios:

Asterion dijo...

El porvenir es tan irrevocable
como el rígido ayer. No hay una cosa
que no sea una letra silenciosa
de la eterna escritura indescifrable
cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
es la senda futura y recorrida.
Nada nos dice adiós. Nada nos deja.
No te rindas. La ergástula es oscura,
la firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha
pero en las grietas está Dios, que acecha.

Nos quedan los deseos y el dolor jugando, entre sí, a construirnos

Asterion dijo...

Che, desde luego eso era Para una versión para el I-Ching de Borgfes

GISOFANIA dijo...

Sí, sí.
El ciego no necesita aclaraciones bibliográficas.

Gracias por el aporte. Che.

Asterion dijo...

Ja, el che te salió pendenciero.
Perdón, no se repetirá