con ansias metafísicas
de violentar el tiempo y el espacio históricos.
Yo llegué sigilosamente,
extraviada en el camino,
avergonzada
de mis cinco panes y dos peces
(todo lo que me quedaba para ofrecer).
Sin embargo, entre los dos tendimos la mesa,
hicimos acopio de palabras robadas,
postergamos el vino,
invocamos a Orfeo.
Será porque tuvo que ser,
¿será que lo deseábamos?.
Azares y necesidades ancestrales.
El milagro aconteció
por obra y gracia
de nuestra afirmación de la vida,
la salud de los instintos,
el hartazgo de las conciencias
mendicantes de señales.
Ocurrió,
se abrieron
senderos en el bosque.
Y fue multiplicación,
ad infinitum y sin precedentes,
saciedad de cierto hambre
de presencia,
de suavidad y jazmines,
de resplandor.
4 comentarios:
suena más prometedor que un trivial pic-nic de primavera
soy mejor prometedora que realizadora. los hechos, generalmente, estropean la mejor fiesta. por eso mi militancia peronista duró muy poco y fue pésima.
A mi me encantaba esta canción decadente que decía "Tu egoísmo y tu soledad son joyas en el barco de la mediocridad". Me parece que el error está en eso de entrar sigilosamente. Para mí que hay que entrar tirando pingüinos y sifones.
(y mucho más si es una la que lleva la comida)
lo tendré en cuenta para la próxima, si es que hay.
Publicar un comentario