Tangible, como fichar la entrada al trabajo un jueves 8 de noviembre a las 6:51 hs.
Real, como el murmullo de los compañeros y la impaciencia de los contribuyentes en el pasillo.
Constante, como la tentación de fugarse o la necesidad de cierto acercamiento.
Vívido, como los expedientes pendientes y los formularios a llenar.
Firme, como la antigüedad impresa en el recibo mensual de haberes.
Indudable, como el flemón en el espacio intermolar.
Patente, como la fatiga y el abatimiento ciclotímicos.
Claro, como las insistentemente equivocadas semiologías del yo.
Preciso, como este deseo de algún gesto de ternura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario