A continuación procedió a almacenar unas provisiones.
En la bitácora quedaron consignados algunos datos; a tal efecto, garabateó un improvisado alfabeto.
¡Qué descabellado el ritmo que acelera las partículas de quien ignora si habrá de regresar!
La urgencia de viajar embelesaba sus pálidos días de hombre solitario. Un éxtasis tan cíclico como la inflación o empalarse en la lectura de Rimbaud.
Trazó las probables rutas en un pergamino, en la mente, en el corazón. El mapa resultó un bricolage de ensueños impávidos y aspiraciones tenebrosas.
Dimisión clandestina a pasibles utilitarismos.
Controló con delicadeza agnóstica las fibrilaciones, los compases del desaliento, las contingencias.
Su partida estaba impresa en el árbol de la vida. La aurora austral lo aguardaba.
5 comentarios:
No entendí: ¿el texto es tuyo?
Toda mi vida fui soldado consecuente... las fibrilaciones las chocaba con 250 Julios de corriente directa y si no respondían... que Dios vea por sus almas.
Estas última semanas... en la moto BMW viajé 1,400 kms. por la península de Baja California (Tijuana a La Paz y de ahí por barco a Topolobampo)... conocí el Valle de los Cirios... la misión de San Ignacio, la iglesia de Sta. Rosalia (de Gustav Eiffel), playas absolutamente azules... comí callos al mojo de ajo y además bebí los mejores vinos de Roganto.
Vista la experiencia he decidido -de momento- no escribir mas locuras... mejor vivirlas.
¿Que opina Milady?
El texto es mío, Lucas. Una situación hipotética y anhelada.
Tony: te envidio. Escribir y leer es otra manera de viajar
"...Creyó, pensó , fue soldado consecuente.
Su partida estaba impresa en el árbol de la vida. La aurora austral lo aguardaba.
Anduvo.
Peregrinó a destajo.
Ensalzó su arrojo.
Se dejó amar."
Creo que todos nos parecemos en algún aspecto, es por eso que siempre creo que en algun lugar nos vamos a encontrar, que las preguntas siguen siendo las mismas y las respuestas, seguramente parecidas. Tal vez, como diría Lennon, si apretaramos la sonrisa de Marilyn Monroe y Churchill, y embotellaramos las lagrimas de Chaplin y Gramsci, si juntaramos las manos de Mussolini y Einstein, veríamos que no somos tan diferentes unos de otros, que todos somos de un mismo arroyo, que confluye a un mismo río y mar...
El Reverendo (fumando marucha)
Te felicito, entonces. Me gustó much
Publicar un comentario