lunes, 10 de marzo de 2008

SIN BLASÓN

A mí los relatos me vuelan la cabeza. Temibles máquinas creadoras de Sentido, instrumento de poder de demiurgos caprichosos, que construyen Órdenes Universales y Permanentes partiendo de un dislate. ¿O hay imbecilidad más grande que los mundos antagónicos de Platón, el dios crucificado, la culpa original inextinguible o los viajes iniciáticos? Asombroso.
Insisto: a mí los relatos me vuelan la cabeza. Son un disparo al núcleo de la intelección. Sin embargo, padezco de una atracción fatal por ellos. El lenguaje da cuenta de esa fragmentación y dibuja con sus astillas formas caleidoscópicas como la que sigue a continuación.
(Consideralo otra respuesta a tu inquietud. O sea...)




Esta agrura que se desboca
volviéndola torva / huracán / hazmerreír.
A través del estilete,
sangría carmesí
las líneas
convergen,
calamidad apelmazada
en postura de sainete.


En la tumba de sus convulsiones pendulares
-en la cúspide-
revolotea la mascota de Atenea.
Posesa de niebla, rehén romántica,
Caspar deja constancia de su desarraigo (el de ella),
a óleo y grabado.




La levitación suele comportarse como pozo
un Hades inverso que la arroja
a la matriz de los raros,

hacia el fondo.

Cuando la piel se rebela
es la Virtud quien se contrae
catapulta del absurdo
un infinito temporal
provocación.
Qué fragilidad la de su cerámica,
qué desdeño de la heráldica.



Muy pronto
y llorará todos sus fracasos frente al mar,
en la tarde santa de traición y furia.

4 comentarios:

antiprímula dijo...

Pero!... ex mariposa en la foto, cuánto hacía que no escuchaba ésta canción... me voy a sonar los mocos... si serás...

Tony dijo...

Dejadme llorar
orillas del mar...
ahora que de mi botella
solo resta... ¡la mitad!

JOKERMAN dijo...

Bueno, a lo que ya dije por otros medios qué le puedo agregar...

Podría decir que cambiaría los planes de llorar fracasos frente al mar.
Al final de cuentas "por descuido fui vívtima de todo alguna vez".

GISOFANIA dijo...

llorar los propios fracasos como una forma piadosa de amor.
y si es frente a la absolutez del mar... ¡qué cósmica bendición!